Desde bien niña siempre me he fijado en las personas y sus emociones. Era algo que me generaba curiosidad. Me podía pasar horas observando: cómo hablaban, qué decían, cómo se expresaban, y sobre todo, lo que no expresaban verbalmente pero sin embargo existía y era más importante que lo comunicado.

Mi infancia en Francia fue clave para conocer un modelo distinto de cultura y sociedad. Me llamaban la atención las mujeres empresarias y emprendedoras, con ideas de negocios sorprendentes y sostenibles, con unos parámetros de libertad y autonomía muy valorables… mujeres profesionalmente empoderadas y con objetivos claros y alcanzables, dirigiendo equipos capaces y con ganas de mejorar su contribución profesional. Esto condicionó, sin duda, lo que denominamos en coaching “las gafas” con las que observo la realidad que me rodea.

A la edad de 10 años, regreso a España, concretamente a Pontevedra, lo cual, os podéis imaginar, supuso una re-adaptación medioambiental (si me permiten expresarlo de este modo), en cuanto a usos, costumbres, referentes, etc… Una cultura y una sociedad a años luz de los que había vivido. Y aunque todo cambio genera resistencia, sin duda, también implica crecer, aprender y desarrollar capacidades que no pensabas ni que existían… despertar todavía más una mente abierta, ávida de descubrir e indagar en el sentir de las personas, observar y escuchar, etc… Recuerdo las películas de la época, que mostraban modelos de mujeres sensibles, dulces y amables, pero a la vez luchadoras e independientes, y sobre todo, con una fuerza y determinación por defender sus sueños que me impresionaba y captaba mi atención,… esa capacidad de superación fue otro elemento clave.

En esta nueva etapa formativa y profesional que comencé en el 2011, aprendí que las vivencias y emociones experimentadas y observadas en tu entorno en los primeros años de tu vida son como tu huella dactilar, influyendo en tu posterior futuro.

En mi caso, esos aprendizajes de la infancia me sirvieron para ser práctica, flexible ante la vida, siempre con ganas de mejorar y aprender, ayudar a otros a crecer y a sentirse bien con ellos mismos. El interés por ayudar a las personas y a las organizaciones a ser su mejor versión siempre ha estado ahí. Una de mis convicciones es “no existen problemas imposibles, sino soluciones creativas y voluntad de querer cambiarlo”.

Esa elección me condujo a un maravilloso viaje en la ciudad de Madrid, donde tuve que empezar desde abajo pasando por diferentes puestos hasta llegar a convertirme en Directora Financiera, Logística y RH de una farmacéutica, y responsable de España y Portugal. Sin duda todas mis experiencias profesionales han sido muy enriquecedoras, incluso las más complicadas, y de ahí, yo digo que no sacas aprendizajes si no lecciones de vida… la clave está en ti, y en tu actitud y en lo que decides hacer con tu tiempo.

En esa etapa constaté los grandes retos que tiene una organización, sean pymes o multinacionales, en un día a día donde las personas corren sin parar, no cesan de sumar horas de dedicación laboral a sus ya largos días, y sin embargo, la empresa no logra alcanzar los resultados planificados. Esa última etapa profesional, sirvió para darme cuenta de que a pesar de estar rodeada de buenos profesionales, sus emociones y estreses les impedían optimizar sus horas de trabajo, lo que hacían que se sintiesen frustrados e insatisfechos.

Y ya te puedes imaginar qué sucedió entonces… el coaching entró en mi vida, para transformarla, aprovechando los puntos fuertes que tenía y otros se me habían olvidado porque los tenía guardados en un cajón allá en lo más hondo del desván.

Ese momento vital en el 2011 fue clave para convertirme en la profesional que soy hoy. Se abrió ante mí un nuevo y apasionante camino, con aprendizajes nuevos en herramientas novedosas e innovadoras, que marcan la diferencia en las personas, en los equipos y por lo tanto, en las organizaciones.

Soy de la opinión, y mi experiencia profesional desde el 2012 así lo avala, que las personas son el elemento clave para el éxito de una empresa: cuidándolas, formándolas, desarrollándolas, atendiéndolas, escuchándolas, etc… en una palabra POTENCIANDO e INVIERTIENDO EN EL TALENTO.

Apuesto por las personas que son buenas profesionales, y apuesto por los profesionales que son buenas personas. Cuanto mejor se sientan mis equipos, mejor serán mis productos y servicios, y mejor será la imagen y los resultados de mis empresas. Todos conocemos a esas empresas que llevan años invirtiendo en su capital más importante: sus trabajadores y su bienestar.

Mi contribución al mundo personal y profesional:
Profesionales Felices y Capaces
Organizaciones Eficientes y Saludables


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