Esta situación actual ha facilitado que tanto en el ámbito personal como en el mundo profesional se abran la posibilidad de mostrar la vulnerabilidad ante la incertidumbre y ante el cambio, pero también ante nuevas oportunidades de construir relaciones con uno mismo y con los demás de manera más auténtica

Como comentamos en nuestro post anterior #MindfulnessBiesnestar5, cómo vivimos una situación, experiencia o realidad va a influir en función del apego que tengamos a las condiciones previas al cambio, y a la facilidad y/o dificultad a “dejar ir” ese entorno conocido o zona de confort.

La teoria del vínculo afectivo o apego comienza a formarse en 1948 con John Bowlby (1907-1990), psiquiatra ingles que fue el primero en formularla, para hacer mención a los primeros lazos entre el niño y la madre y/o cuidador, y que responde a una necesidad biológica fundamental. Y, posteriormente como adulto para crear lazos de intimidad, confianza y seguridad con otras personas.

Así, nuestra biología está programada para aferrarse, en primer lugar, a la vida y al entorno conocido, y dichas pautas de supervivencia están grabadas en cada una de nuestras células, por eso, es comprensible que el desapego no sea fácil para el ser humano.

¿A qué nos podemos apegar y aferrar de forma habitual?

(1) PENSAMIENTOS NOCIVOS PARA MI, que me sustraen valor y seguridad en mis fortalezas, del estilo “no puedo con todo; ya me ha vuelto a pasar y no he sabido decir que no; qué difícil es todo y qué complicada es la vida; no soy capaz, no lo voy a conseguir sacar adelante; no valgo para esto, parezco una torpe, etc…”

(2) PENSAMIENTOS CRÍTICOS SOBRE OTROS, que dificultan las relaciones con los demás, del estilo “no te puedes fiar de nadie; siempre lo tengo que hacer yo todo, esta persona trabaja fatal y no se entera de nada; parece que lo hace queriendo; todo lo hace para fastidiar; etc…”

(3) CREENCIAS INAMOVIBLES, que defendemos como verdaderos dogmas de fé y que en ocasiones nos han llevado a conflictos, a situaciones de desencuentro, o un esfuerzo excesivo cuando para tu presente ya era una creencia obsoleta, etc…Por ejemplo, ahora muchas personas creen que es posible realizar un trabajo de calidad, óptimo con el teletrabajo y antes no opinaban lo mismo.

(4) EMOCIONES SUBYUGANTES DEL PASADO, relacionadas con experiencias dolorosas vividas a nivel personal o profesional y que todavía no hemos superado, ni dejado atrás. Forman parte de nuestra pesada mochila. Por ejemplo, un cambio de situación laboral que nos parece injusto, una mala experiencia de hablar en público, haber gestionado un equipo difícil, etc…

(5) A PERSONAS, bien que apreciamos mucho o todo lo contrario, que nos han dificultado nuestra labor. En ambos casos, se genera una dependencia emocional nada saludable, fomentando una cierta resistencia a avanzar hacia nuevos caminos más enriquecedores. Por ejemplo, compañero de trabajo que se va; un responsable o equipo nuevo en tu puesto de trabajo; amigos “de toda la vida” pero con los que ya no tienes nada en común; etc…

(6) A OBJETOS (ropa, música, películas, lugares), que nos conectan con momentos de nuestras vidas más o menos agradables, a los que no queremos renunciar e insistimos en mantenerlos muy presentes en nuestra memoria corto plazo. Por ejemplo, cambio de oficinas, pasar de despachos a espacios abiertos, el uniforme de la primera empresa en la que trabajé, etc…

(7) A NUESTRAS EXPECTATIVAS, nos suelen generar incomodidad e incluso frustración, llevándonos al sufrimiento, cuando hay diferencia entre lo que se supone que “debería ser u ocurrir” y lo que sucede realmente. La resistencia a aceptar lo ocurrido realmente, nos produce generalmente un gran desgaste de energía, y actúa como un freno para activar nuestra capacidad de análisis y generación de alternativas. En definitiva, reduce nuestra capacidad de reacción y resiliencia ante situaciones nuevas. Por ejemplo, un ascenso no conseguido, un reconocimiento que no llega, un nuevo compañero que cambia la forma de trabajar, etc…

Todos los apegos hacen el efecto de lastre, que nos arrastran a lugares donde nuestra mente no para de darle vueltas de manera recurrente, si conseguir salir del círculo vicioso.

Identificar cuáles son nuestros apegos más frecuentes, nos ayudará a facilitar que podamos soltarlos. Te proponemos que a través la práctica meditativa (al menos 10 minutos), tomes consciencia de aquellos apegos que ya no te sirven o que te pesan demasiado.

Una vez identificados, puedes realizarte 6 preguntas para ti y para el equipo:
1-¿A qué contribuye este apego?
2-¿Para qué me sirve? ; ¿Para qué sirve al equipo?
3-¿Cómo me siento? ; ¿Cómo se siente el equipo?
4-¿Qué voy a hacer para dejarlo ir? ; ¿Qué podemos hacer como equipo para dejarlo ir?
5-¿Quiero deshacerme de él? ; ¿Queremos como equipo deshacernos de él?
6-¿Qué consigo al mantenerlo? ; ¿Qué logramos si lo mantenemos?

A través de la práctica de Mindfulness puedes generar la autoconsciencia, ese camino de aprendizaje y desarrollo por el que podemos desplegar herramientas de autogestión, de modo que, cuando llegan los momentos difíciles, sepamos: nombrar lo que nos sucede, tomar cierta distancia, para que emerjan nuevas formas de resolver y abordar eso que tanto te preocupa. 

Si quieres conocer lo que la práctica de Mindfulness puede hacer por ti y por tu equipo, te acompañamos con sesiones totalmente experienciales, que te permitirán conectar y activar el potencial individual y las sinergias, y así lograr de manera más eficiente los resultados y el bienestar organizacional.

​Si miramos el objeto de nuestro apego con una simplicidad nueva,
comprenderemos que no es ese objeto lo que nos hace sufrir,
sino el modo en que nos aferramos a él. 
Matthieu Ricard


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